"Los niños y niñas de Fukushima
tienen miedo a jugar en la calle"
En un estudio realizadoon con niños, niñas y padres de Fukushima, por la ONGD "Save the Children", se ha detectado que la mayoría de los niños entrevistados afirman tener miedo a jugar en la calle y a los peligros invisibles de la radiación.
Un año después del terremoto y del posterior tsunami, más de 300.000 personas permanecen en hogares temporales, sin poder volver a sus casas, y con el miedo en el cuerpo día y noche.
Las familias que vivían en la zona de la catástrofe, se dedicaban a la agricultura y la pesca, tras el terremoto y el posterior tsunami, la única fuente de ingresos que tenían, fue arrasada y sepultada bajo el lodo y la miseria. Por tanto estas familia se vieron en una situación social espantosa, sin hogar, sin un puesto laboral, la perdida de algún familiar, el desplazamiento geográfico-humano, y el miedo a la radiación persistente en la zona.
Más de 7.000 escuelas quedaron destruidas, provocando un impacto directo en la educación de los niños. A día de hoy, todos han vuelto a clase, pero unos 25.000 han cambiado de escuela ya que tuvieron que abandonar sus hogares tras el desastre.
“Una de las peores consecuencias de una crisis como ésta para un niño es la pérdida total del control de sus vidas. Para cualquier niño o niña, tener que cambiar de casa, ir a una escuela nueva y hacer amigos nuevos es difícil. Para los niños y niñas afectados por el desastre de Japón, a este complicado proceso se suma en muchas ocasiones el haber perdido amigos o familiares, así como sus hogares o escuelas. Cuando se enfrentan a estas situaciones, los niños y niñas necesitan un lugar donde sentirse seguros, divertirse y jugar”, explica Bárbara Mineo, Coordinadora de Emergencias de Save the Children.
Para los niños y niñas afectados por la crisis nuclear de Fukushima, el impacto del desastre ha sido triple; el terremoto, el tsunami y la crisis nuclear. Un año después, el miedo se palpa en la calle, los niños y niñas tienen miedo a jugar en la calle, debido a la persistencia de la radiación en el ambiente.
“El desastre ha creado una situación sin precedentes para los niños y niñas que han perdido sus hogares o se han visto separados de sus amigos y además luchan por superar la ansiedad que les ha provocado la crisis nuclear” explica Bárbara Mineo, Coordinadora de Emergencias de Save the Children.
Pero ya no es solo el miedo a aquello que no pueden ver, son todas las consecuencias psicosociales y emocionales, que el desastre ha provocado en los niños y niñas de Fukushima. Tienen problemas para adaptarse al nuevo entorno, tienen miedo de perder a sus amigos y amigas, tienen miedo al rechazo de sus nuevos compañeros/as, y esto los que tuvieron que irse, pero aquellos que se quedaron, viven todos los días, con una imagen infernal, casas vacías, aulas desiertas, escombros,...
Desde luego la situación es dramática, y ya no solo por las infraestructuras destruidas y el peligro de la radiación, sino por las miles de consecuencias psicosociales que ha provocado la mayor catástrofe ocurrida en los últimos años de existencia humana.
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